A Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que el oro escurecían;
De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros, que aún bullendo istaban
los blancos pies en tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol que con lágrimas regaba.
¡Oh miserable estado! ¡oh mal tamaño!
¡Qué con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!
No hay comentarios:
Publicar un comentario